De qué debemos convertirnos? Podemos pensar. Justamente de no dar los frutos esperados.
Si miramos la vida común y corriente de la gente, en nuestra ciudad de Bruselas; son muchos los que dedican la mayor parte del tiempo libre a realizar postgrados, maestrías, doctorados, etc. Para cada día dar mejores resultados en la empresa o simplemente para tener otra visión del mundo.
Todo esto sucede en el plano profesional y eso es muy importante!
De qué debemos convertirnos? Decíamos hace un momento, pues bien. Hemos pensado si estamos dando los frutos que Dios espera de nosotros en la vida personal y comunitaria? No debemos olvidar que nuestra fe siendo una respuesta personal al llamado de Dios, se vive dentro de una comunidad concreta; que necesita de nosotros y que a su vez nos enriquece, en donde expresamos nuestra fe.
Como en el canto a la viña, de la primera lectura de Isaías, El Señor espera que nuestros frutos sean: Derecho y justicia. ¿Cuál es mi aporte al mundo con respecto a este binomio?
Dejemos que la Santa nos hable:
“Quienes de veras aman a Dios, todo lo bueno aman, todo lo bueno quieren, todo lo bueno favorecen, todo lo bueno loan, con los buenos se juntan siempre y los favorecen y defienden; no aman sino verdades y cosa que sea digna de amar. ¿Pensáis que es posible que quien muy de veras ama a Dios pueda amar vanidades?” Santa Teresa de Jesús en su libro “Camino de Perfección” (Camino de Perfección 40,3).
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