Friday 13 November 2009

XXXIII DOMINGO ORDINARIO-B-


Domingo 15 de noviembre del 2009


LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS

13, 24 – 32


En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:


-- En aquellos días, después de una gran tribulación, el sol se hará tinieblas, la luna no dará su resplandor, las estrellas caerán del cielo, los ejércitos celestes temblaran. Entonces verán venir al Hijo del Hombre sobre las nubes con gran poder y majestad; enviará a los ángeles para reunir a sus elegidos de los cuatro vientos del extremo de la tierra al extremo del cielo.


Aprended lo que os enseña la higuera: Cuando las ramas se ponen tiernas y brotan las yemas, sabéis que la primavera está cerca, a la puerta.


Os aseguro que no pasará esta generación antes que todo se cumpla. El cielo y la tierra pasarán, mis palabras no pasarán. El día y la hora nadie lo sabe, ni los ángeles del cielo ni el Hijo, solo el Padre.


Dice el Señor: tengo designios de paz y no de aflicción, me invocaréis y yo os escucharé, os congregaré sacándoos de los países y comarcas por donde os dispersé.





Nota.


“En aquellos días, después de una gran tribulación, el sol se hará tinieblas, la luna no dará su resplandor, las estrellas caerán del cielo, los ejércitos celestes temblaran”.
Mc 13,24-32

Estamos hablando del final de los tiempos, nada que temer entonces, pues en la mentalidad del primer siglo, afloraba el lenguaje apocalíptico. Este lenguaje tradicional es utilizado para anunciar la intervención de Dios en la historia y su victoria sobre las fuerzas del mal.


No podemos por lo tanto, leer de una manera fundamentalista estos textos, que tienen todo un mensaje de esperanza, característica de la literatura apocalíptica, contrariamente a lo que muchos pueden ver cuando leen por primera vez estos pasajes.

Esperanza, si, mucha esperanza, pues en la mentalidad del primer siglo los astros como la luna, el sol y las estrellas; eran las divinidades que gobernaban el universo. Hablar de un eclipse de sol o de la caída de las estrellas, era certificar el triunfo del Dios único, sobre todas las idolatrías paganas.


Conociendo este contexto de la época, podemos decir que lo importante en esta época actual, no es preocuparnos de cuándo llegará el fin del tiempo; lo más importante es saber, que el nuevo mundo depende de la Palabra, “…El cielo y la tierra pasarán, mis palabras no pasarán”.
Esta Palabra se vuelve divina y crea un mundo nuevo, es generadora de vida y esperanza, le da un sentido a nuestra existencia.

La preocupación del hombre moderno entonces, no debe ser cuándo se acaba la historia o llegará el fin del mundo, ya nos lo dijo Jesús: “… sólo el Padre lo sabe”. Aún más, Jesús no anunciaba el fin del mundo.


Aunque esta idea nos ronde a todos por la cabeza y nos produzca angustia; la preocupación mayor debe ser nuestra participación en ese nuevo mundo que ya comenzó, ya llegó, estamos en él.


El que quiere ser discípulo de Jesús, invitación permanente del evangelio de Marcos; a través de un acercamiento al maestro; debe anunciar de palabra y de obra; los efectos liberadores del evangelio, es decir; crear un sistema nuevo donde reine el amor y la justicia querido por Jesús; pero sin quedarse en el solo bienestar social, ya que el hombre de fe no puede perder su horizonte, la vida eterna. Este es el desafío para el creyente de hoy.



No comments: